domingo, 7 de noviembre de 2010

La que nos espera. (Se veía venir).

La falta de empresarios en este país (de los de verdad) provocó la venta de todos los activos industriales al capital extranjero en las últimas décadas del milenio pasado. Los beneficios rápidos, la especulación, el pelotazo primaron sobre la viabilidad industrial de las empresas, las inversiones y la I+D famosa.
Y las consecuencias las padecemos ahora los trabajadores. Las decisiones sobre el futuro de los centros de trabajo se toman a muchos kilómetros de distancia y no siempre en función de la viabilidad económica e industrial de la empresa.

Fuente: Heraldo de Aragón
El empleo de unos 400 trabajadores aragoneses está pendiente de los cierres anunciados en las últimas semanas por Pipelife y Saint-Gobain, la lenta agonía de Pelbor, y los expedientes de regulación (ERE) en Lear e Industrias Hidráulicas Pardo. Los primeros pueden dejar en la calle, sin que haya alternativas sobre la mesa, a 260 trabajadores de Zaragoza, La Almunia y Calamocha. Los otros dos expedientes de autorizarse afectarían a casi un tercio de la plantilla de la auxiliar del automóvil de Épila (78 trabajadores) y del fabricante de camas y mobiliario para hospitales de Zaragoza (49 empleados).

Los conflictos tienen puntos en común. En todos los casos se trata de multinacionales o empresas de larga trayectoria como Pipelife o Pardo, que han pasado a manos de grupos internacionales.

La falta de interés de las compañías por encontrar alternativas de futuro ha sido denunciada en todos ellos por los comités de empresa, que creen que son decisiones motivadas por políticas del grupo y no tanto económicas. Ello unido a que, en la mayoría, la toma de decisiones se encuentra lejos, en el país de la matriz: en Francia, en el caso de Saint-Gobain; Austria, en Pipelife del grupo Solvay, o Estados Unidos, en Lear. Esto limita la capacidad de negociar.


Nuestra solidaridad
con los trabajadores y las trabajadoras
de las empresas afectadas